Casi sin darte cuenta, te detienes quizás en la mitad de la vida y con la tentación de mirar atrás, a veces demasiado grande. Con tanto camino recorrido como por recorrer, encuentro pocas certezas como una frase que leí y que luego descubrí que pertenecía a Rilke: "la verdadera patria del hombre es la infancia".     
        
Pero esta patria a la que volvemos, es una tierra de ideales. En el refugio de la memoria y, ¿por qué no?, también de la fantasía, empezamos a buscar explicaciones, a contarnos el cuento de nuestra propia historia. La reescribimos y cambiamos los finales. La adaptamos, no a la persona que somos, sino a la que siempre quisimos llegar a ser.

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