No son pocas las voces que dicen que este 2018 será el gran año del feminismo. Las denuncias de discriminación salarial, los abusos cometidos en el entorno laboral o privado o las campañas populares como el #metoo, son parte de una corriente más profunda, una marea que arrancó lejana en el tiempo, que en un inicio avanzó con lentitud, pero que ya está alcanzando la orilla de la gran opinión pública. 

A veces me siento incrédulo aún leyendo lo que leo, de descubrir actitudes que me indignan, a buen seguro porque cometo el error de pensar que mis principios son también los de la mayoría. Debemos aceptar que, en realidad, cada persona es un conjunto de valores en sí. No existe una única ética ni todos tenemos la verdad absoluta.

No imaginaba cuando era joven que, un día como hoy, en un país como el nuestro, y, por extensión, en las sociedades occidentales, la situación de la mujer sería la actual. Quizás pecaba de ingenuidad o de optimismo, o simplemente no disponía entonces de toda la información que ahora empieza a ser pública. A buen seguro, el debate sobre el feminismo también se engloba dentro del marco mayor de una herencia cultura que sirve de lastre más que de legado, y del doloroso retroceso de las libertades. 

Gracias a reflexiones como las que promueve el proyecto Wemen y otras iniciativas en defensa de la igualdad de derechos, nos vemos empujados a definirnos, a cuestionar actitudes propias o ajenas sobre las que antes apenas éramos conscientes. En ese sentido, creo que es bueno todo aquel debate que nos hace plantearnos nuestra propia escala de valores. Es fácil escudarse en aquello que dicta la costumbre pero, frente a la inacción y decir “esto no va conmigo”, merece la pena dar un paso adelante. Existe una carencia de empatía, una falta de respeto hacia la mujer, algo que entre todos podemos solucionar.

En un debate tan encendido como éste, todos creemos tener la razón y lo más sensato quizás sea acercarse a él con humildad, con ganas de escuchar y de aprender. Ya han pasado unos meses desde que recibí la bonita sorpresa que contaran conmigo para colaborar en el proyecto Wemen, una obra para dar voz a hombres de diversos sectores acerca del feminismo. Ahora que el libro está saliendo de imprenta, quiero agradecer a Olga, Alba, Giulia, Marina y a todo el equipo de la editorial Silex, por hacerlo posible. Quiero agradecer también a Gerard, Toni, Selu, entre otros amigos, a todos los colaboradores en general, por implicarse con su trabajo o su pensamiento en este libro.

¿Es la igualdad revolucionaria? A veces vale la pena lanzar preguntas al vuelo, esperando un día obtener la respuesta deseada. Si la palabra igualdad sigue sonando tan utópica como renovadora, a buen seguro todavía tenemos muchas cosas que cambiar.

Proyecto Wemen: www.facebook.com/pg/proyectowemen
Editorial Silex: www.silexediciones.com