“El bloqueo del escritor” trata sobre las dificultades del proceso creativo. Habla sobre el miedo a la partitura muda, a la página en blanco o al lienzo vacío. ¿De dónde viene el aliento que inspira al creador? ¿De quien es la mano que le guía o de quién es la voz que le susurra las historias que avivarán su imaginación?

En la escena, se presenta una persona, el escritor, pensativo en su despacho, rodeado de libros y a la vez solo. ¿Pero, está realmente solo? Tarde o temprano -¡y esa es la magia del acto de crear!-, los personajes acudirán en su ayuda de algún lugar remoto e inaccesible -el  reino de su propia fantasía, más allá de todo aquello que el escritor pudiera recordar o aprender en el pasado-, desvelándole su historia propia para que él un día la pueda explicar.

Depende de nosotros creer en la existencia de esos seres. Depende de nosotros  creer en ese peculiar mundo en el que habitan y todo puede suceder. Quizás sean en realidad sólo suyas las palabras, que nosotros tomamos prestadas y engarzaremos con paciencia, como humildes orfebres, cuando damos forma a una nueva historia para leer.

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