"Nos enseñaron a ser fuertes,
A que la vida no tiene siempre
Todas las respuestas
Ni el feliz final
Que alguna vez escribimos.
Aceptamos el valor del silencio
Ante la protesta,
Escondidos detrás del miope reflejo
De nuestros anhelos quebrados,
Como ciegas polillas,
Ante una luz que arde,
Golpeando el cristal,
Hasta consumirse.
Y como perros sin amo
A los que mordiera
El ímpetu del hambre,
Agachamos la frente, exhaustos,
Huéspedes del desamparo.
Pero ahora, antes que caiga la noche,
Con su pesada carga
Sobre mis hombros
Quiero romper mis viejas cadenas,
Y gritar que se apaguen los focos
Y se enciendan estrellas,
Que ya no pretendo victorias
Entre las cuerdas,
Ni esgrimir otro emblema
Que el bastión del poeta.
Ahora grito a las cuatro esquinas
De este auditorio vacío,
Que brotan rojas rosas de mis heridas
Y, de mis manos vendadas,
Estas ansiadas caricias,
Que nacen versos sueltos
De la semilla de mis cicatrices.
Que no quiero alzar ya el puño
Sino arrojar los guantes,
Y ser un pájaro sobre el alambre
Batiendo sus alas contra la tormenta,
Que quiero alumbrar
Como la llama, que vibrante palpita
En la oscuridad que se cierne,
Proclamando su fe
En esta vida,
En el hombre...
Que quisiera volver a creer
Con una sonrisa inocente,
Con la confianza de un niño.
Si alguna vez me ves caer,
¿seguirás a mi lado?"
Enlace en alta resolución: www.flickr.com/photos/santasusagna/33757252491
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